sábado, junio 10, 2006

- Imagino, luego existo. Parece sencillo, ¿no?

Asentí con la cabeza, en silencio.

- Pero no lo es tanto. Muchos imaginan sin saber para qué lo hacen, el resultado es una vida sin belleza, sin arte, sin melodía, sin poesía; una vida a la imagen de la imaginación, de la existencia, de otros. Lo que crees, lo que construyas gracias a tu imaginar, va a ser un reflejo de tu ser, trata de que sea un reflejo bello; es simple pero necesitas reflexionar sobre la belleza antes de crear...

Asentí otra vez sin decir palabra; mis ojos todavía no querían abrirse.

- Cuando intuyas tu existencia, decídete por ella, plásmala, todo lo que construyas valdrá la pena. Y recuerda: en el Laberinto, nadie está solo...

Abrí los ojos. Me di cuenta que el milagro ya estaba hecho; hacía tiempo que estaba en el Laberinto tratando de encontrar el hilo de la belleza.
Pensar era entrar en el Laberinto y el desafío partía de un placer (el perderse) y terminaba en otro placer (el reencontrarse).

Pensar, imaginar bellamente, decidirse...
¡Eso era existir!
Y si yo existía por mi decisión de imaginar ¿no había otros en este punto eterno que existían como yo...?

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