Era como un compendio decía. Comprendía y reía.
Entonces publicaba trozos en fragmentos de músicas.
Como en los manteles: los pasteles.
"- ¿Podrá ser que el reino del revés es el Capitalismo Bien
Entendido?
* En Eleusis, el sacerdote suministraba la sustancia psicotrópica
(que mueve la percepción psicológica a un lugar más amplio que
incluye al cerebro) y la persona se transformaba y “sanaba”
cambiando a otro estado cualitativo (si había debilidad, se obtenía
fortaleza; si había ansiedad, se obtenía calma; si había dolor se
lograba ser la alegría; y así… en lo que cada persona
necesitara).
En el C.B.E. (3+2=5), el sacerdote es un psiquiatra oficializado por
el Es tataá do. Y sólo administra drogas legales fabricadas por una
industria que extrae la sustancia activa de las plantas (como la
energía cradora de sus trabajador@s),
sin saber cómo se fabrican y qué se siente al descubrirlas. La
persona “transfor(to)mada” tiene múltiples efectos colaterales a
nivel biológico por negar, el conocimiento oficial, el
desconocimiento del esa otra lógica que nos contiene que es la
Universal y/o Espiritual y/o Libertal. Y no se cambia, se vuelve a
hacer lo mismo que se hacía antes.
* En América, la planta sagrada de tabaco, es un ser espiritual que
se alía a la persona humana para recibir cosas, transformar deseos
etéreos en realidades terrestres. La planta tiene una
particularidad, como representante terrestre más original, de
satisfacer deseos de (como ella lo manifiesta) abundancia, fortaleza,
belleza, bienestar, inmunidad… Es un buen acuerdo usando el poder
del fuego que todo transforma, o del agua que todo lo sostiene.
En el C.B.E. (cúbico binómico eternizador), el deseo de calmar la
ansiedad de la desconexión con la potencialidad de cumplimiento real
de nuestras satisfacciones necesarias (sabiendo del inconciente
colectivo, que la conexión puede estar en esa planta sagrada), se
manifiesta en la compra de cigarrillos de tabaco con la adición de
nicotina (entre otras sustancias química industriales); el acuerdo
es monetario: uno vende su energía creadora a un patrón -diseño
masculino- para reproducir una matriz -creación femenina- a cambio
de dinero; el cual lo hace acceder a este pequeño templo moderno que
se llama quiosco o supermercado (el gran templo es la ciudad y sus
representantes los yo-pin!- center) y comprar el paquete que
ilusionará el cambio (nunca de calidad, sino de cantidad -menor de
tiempo, tantos puchos, menos nervios…-). El acuerdo (en negoción...
digo en negación), es cumplir el fatalismo de una muerte en ese
estado de conciencia mental (sóla mente mental), autoenvenenándose,
autoenfermándose, autosometiñéndose, para sentir que el deseo
impuesto tempranamente por represión, será cumplido por sí mismo,
en alianza a otras personas “que les pasa igual”. El paquete
muestra que a la parte sagrada de la planta americana se la ha
cuadriculado, compactado, reducido a lo insignificante, se ha
apretado, amuchado, etiquetado, sellado y coloreado superficialmente
-tal cual podemos hacernos a nosotros mismos-."