Somos esta sociedad: un conjunto de personas relacionadas desde lo
micro a lo macro.
En este momento, no sabemos de las consecuencias de nuestros actos;
la mayoría de nosotros. Me incluyo. Así que este ensayo será un
ensayo sobre mi mismo, desde el cual intentaré llegar a esa
entelequia del nosotros unidos.
En este auto-sacrificio no vale evadir la herida. No vale ocultar el
dolor. No vale engañar haciendo de cuenta que no existe esta muerte
a la que me someto por voluntad propia.
El auto-sacrificio impone ser brutal conmigo mismo; asumir un lugar
de absoluta soledad interna: el lugar de la víctima sacrificial.
Asimismo, también hay un lugar de inmensa soledad que es ser
verdugo. Ambos no sobreviviremos de la misma forma; en el momento del
sacrificio nos transformaremos tanto aquí como más allá de la
Tierra.
Es un momento de intensa claridad, llegar al punto de darse cuenta
que vivimos en una sociedad que ha hecho del sacrificio humano,
animal, vegetal y mineral, toda su estructura básica tanto social
como material.
No puedo salir a comprar un algo sin ver la línea de consecuencias
que me lleva a percibir sutilmente (y no: a veces evidentemente) que
alguien o algo está siendo vulnerado.
Empezando por el uso del dinero.
Conozco muy pocas personas en el mundo que sean concientes de que
esta herramienta social está basada en la sangre de sociedades
enteras.
Qué bajón ¿no?
No. No es un bajón; es un motor para el Amor.
El bajón es miedo, impotencia y desesperanza.
El Amor es encuentro, presencia y proyecto.
El tema es hacia dónde.
Y la cuestión del hacia dónde es que hay muchos caminos.
Pero hay callejones sin salida o con salida al abismo.
Los callejones son los que no reconocen a la familia como grupo
social generador de sociedades (más allá de que las sociedades
generadas sean degeneradas por el miedo y la impotencia; la familia
es el núcleo natural humano para crear vida humana en la Tierra).
Otro callejón es no reconocer que la maestra es la Naturaleza, la
manifestación de la madre Tierra (la primera generadora de
abundancia que sobrepasa cualquier noción de sobreproducción). No
ver las enseñanzas evidentes de producción y reproduccion natural
conduce al choque violento.
Más callejones hay en la sexualidad no generativa, cuando se
prioriza el goce a la intrínseca ética de la sexualidad generadora.
Y sí: varón y mujer son dos polos de una misma naturaleza que al
unirse producen esa manifestación de una vida que se proyecta en una
forma de habitar la Tierra.
Los callejones de la ciencia, la industria y la academia;
manifestaciones de una competencia hacia (como resistencia a la Naturaleza); por negar sus
orígenes y producir laberintos intelectuales que opaquen el origen
terrestre (como manifestación de una conciencia creadora de la
Tierra, complementada con el Sol y la Luna) de todo lo que existe.
Hasta aquí, por ahora.