sábado, enero 28, 2017

Co Herencia

Ciertas formas creadas por Sören, al ser contrastadas con las estrellas, fueron dibujando mapas, diseños únicos.
Estos diseños se fueron complejizando; un zoom en determinados puntos de la esfera celeste y aparecían las formas de diferentes palabras y signos.
Empezó a evidenciarse un texto.

Llegó quien había propuesto la reunión; las personas se acercaron más a la mesa y focalizaron en sus retinas el cuerpo de quien venía entrando al bar.
Sorën se sacó el sobretodo tipo detective y lo sacudió de la lluvia antes de colgarlo en el respaldo de la silla en la que se sentó.
Todos estaban esperando atentamente el texto revelador.
Sören comenzó:

"Es la profundidad lo que cuesta. Se tapa. Ahí toda la humanidad se encuentra. Es en ese profundo silencio que somos una forma del vacío. Nos asusta. Desviamos nuestra atención y nos quedamos jugando con nuestro ombligo o con el ombligo de otra persona. Hay ideas nuestras que nunca se tocan. No se reconocen juntas. Existen como: siempre distancia. En la profundidad, no hay ideas; en la profundidad no hay nada. No llega la luz del sol porque es ahí de donde ella sale. Pero antes de salir luz, aparece la materia oscura: es una parte nuestra. Es una parte de todo lo existente, que es más grande que la parte visible, palpable, mirable. A veces, no es aceptable. No se acepta el miedo; le escapamos. Porque somos dioses dormidos jugando el juego de reconocernos profundidad; inconmensurable vacío. Jugamos a despertarnos unos a otros tocándonos las pieles o hablando dulcemente al oído de otro dios. Así nos encontramos con nosotros mismos acariciándonos en otra piel o susurrándonos dulzura en otras mejillas cercanas. La evidencia de esta política poética, es nuestra necesidad moral de establecer una realidad, crear un mundo donde la esencia dormida se manifieste encendida. Y erramos, como dioses confundidos, al querer crear realidades antes de aprender a despertarnos en ella, o no esperar a que ella nos despierte dulcemente."

Sören miró hacia arriba y suspiró; luego miró a cada una de las personas alrededor de la mesa, sacó un papel del bolsillo de su camisa y lo hizo circular para que todas lo lean.
El papel decía: "Antes de algo, por favor, no temas al profundo silencio".